Jorge Taiana, de la Cancillería al Movimiento Evita
Es, ante todo, un militante y está convencido de que su lugar está en la ciudad de Buenos Aires. “Hay en marcha un proyecto que trasciende el cronograma electoral”, arriesga.
Desde que dejó su cargo como ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana se dedicó de lleno a la militancia a través del Movimiento Evita en la provincia de Buenos Aires. Hace unos meses decidió cruzar la General Paz y continuar su trabajo político en la ciudad de Buenos Aires. En un distrito que siempre le fue hostil, entiende que el kirchnerismo porteño tiene que abandonar la estrategia defensiva que mantuvo hasta ahora. Para eso, considera que hay que comprender las particularidades que encierra el electorado de la ciudad y a partir de ahí seducir a una porción de la sociedad que se benefició en estos últimos diez años pero que sin embargo no se identifica con el actual modelo.
–¿Por qué en estos diez años el kirchnerismo no pudo convertirse en una fuerza mayoritaria en la ciudad de Buenos Aires?
–Siempre fue un distrito con una conducta política bastante peculiar por el hecho mismo de ser la Capital Federal y por la relación de desconfianza mutua con el interior del país. Sin embargo, no hay que soslayar que, teniendo una cantidad de electores muy similares a Santa Fe y Córdoba, Cristina sacó más votos en Capital que en estos dos distritos. Por lo tanto esto demuestra que, por sus características sociales y por su historia, la ciudad de Buenos Aires tiene un potencial de votos hacia el proyecto nacional y popular más amplio que lo que se expresa políticamente. En consecuencia, los que apoyamos este proceso tenemos que trabajar más y persuadir mejor al electorado.
–¿Qué políticas tendría que poner en marcha entonces el kirchnerismo para captar ese potencial electorado?
–Me parece que nos ha costado interpretar esa realidad particular que tiene la ciudad de Buenos Aires. Por un lado, tenemos un sector que es muy vulnerable, que vive en la pobreza y la marginalidad y que representa el 15 por ciento de la sociedad porteña. Esa representación, que es natural al peronismo, hay que defenderla justamente por esa situación en la que se encuentra, pero además porque es una porción a la cual el Gobierno de la Ciudad no contempla de manera central. Para alcanzar una mayoría en la ciudad, no basta con representar sólo a ese sector. Hay una porción mayoritaria, que es de clase media baja y clase media-media, que tiene necesidades diferenciadas de los sectores más vulnerables pero que posee una agenda de temas que muchas veces nos ha costado interpretar. Es gente que objetivamente se benefició de las políticas puestas en marcha desde 2003 y que sin embargo no se representa en el kirchnerismo. Creo que eso pasa porque no logramos interpretar algunas de sus realidades particulares. Por ejemplo, el peronismo defiende la educación pública y la salud pública. Pero al mismo tiempo tenemos que saber que en términos de educación más de la mitad de los estudiantes primarios porteños van a colegios de gestión privada y más del 90 por ciento tienen alguna forma de obra social o prepaga. Por lo tanto tenemos que saber mejor cómo están funcionando las prestaciones médicas obligatorias, cómo está funcionando el PAMI y el sistema de prepago. Lo que está claro es que todo proyecto nacional y popular, por definición, contempla la alianza de intereses entre los sectores más humildes y los sectores medios. Por lo tanto, recrear esa alianza en la ciudad es un desafío fundamental para los peronistas.
–¿Esas falencias son las que explican las movilizaciones opositoras de los sectores medios porteños que se dieron en el último trimestre?
–Esos manifestantes representan segmentos bastante diferenciados. No los podemos mezclar como si fueran todos la misma cosa. Primero, porque sus demandas son bastante variadas. Hay un sector más tradicional antiperonista pero hay otro que en algún momento apoyó a los gobiernos de Néstor y Cristina y que por distintas razones hoy se sienten alejados. Me parece que no mezclar todo y tratar de recuperar a esos sectores –que por origen social y por experiencias están ligados a este proyecto– es una tarea importante para el kirchnerismo.
–¿Esta visión es la que el Movimiento Evita quiere debatir al interior del kirchnerismo o es la posición hegemónica de toda la fuerza?
–Esto comienza como una reflexión dentro del Evita. Miramos la ciudad y la primera conclusión es que hay un kirchnerismo que está a la defensiva y que está desarrollando una mentalidad de minoría. Y la minoría tiene más dificultades para unirse y menos motivaciones. Frente a esta realidad, pensamos que el Evita tenía que fortalecer su presencia en la ciudad para revertir esta tendencia. Tomamos entonces la decisión de darle un grado de actividad más importante a la Capital, que un miembro de la conducción –en este caso yo– se dedicara a actuar en Capital y que saliéramos a recrear un espacio renovado que pueda tener una respuesta más ágil ante amplios sectores de la Capital. Para lograr eso hay que salir y hablar con la gente. Muchas veces los militantes políticos tienden a encerrarse y vivir en un microclima. Creo que eso es una mala idea. Las fuerzas políticas crecen cuando se discute con el conjunto de la sociedad, y con ella se van reafirmando o modificando las propuestas. Me parece que estos diez años de kirchnerismo son una buena oportunidad para hacer un balance de todo lo bueno que se hizo, qué es lo corregible y qué es lo que falta por hacer para tener una sociedad que cumpla con las expectativas de todos. Es muy importante lo que se vaya a hacer en los próximos años y por lo tanto el debate es imprescindible.
–¿El hecho de ser el conductor del Evita en el distrito lo instala como un posible candidato del kirchnerismo para estas elecciones?
–Me instala como un referente de la militancia. Eso es un poquito más relevante que la cuestión de las candidaturas. Estamos poniendo en marcha un proyecto que trasciende el cronograma electoral. Lo que es función, he tenido bastante en mi vida. Lo que quiero es contribuir a armar este nuevo kirchnerismo que veo bastante desflecado y a la defensiva en la ciudad. Hay un montón de experiencias y de gente que se puede sumar y trabajar en ayudar a mejorar las condiciones de los porteños y estoy haciendo una contribución.
–¿Los errores de gestión que viene cometiendo Macri pueden influir en esta elección?
–Yo creo que sí. Lo que estos errores están mostrando son los límites de la gestión de Macri. Con las inundaciones quedó en evidencia la falta de infraestructura, pero que nace de un tipo de concepción a la hora de gobernar. No podemos pensar una ciudad de Buenos Aires aislada del área metropolitana. En eso hay un atraso enorme. Se da por esta teoría aislacionista que tiene Macri de concebir la ciudad como una especie de ínsula que está desligada del resto. Parecería que aspira a una mejor situación sin relacionamiento con sus vecinos. La otra cuestión interesante es el Metrobus en la 9 de Julio que está dentro de una lógica de cementización de la ciudad y reducir todas las áreas verdes. Se realiza un gasto enorme que sólo beneficia a las compañías de cemento o constructoras, cuando se podrían encontrar soluciones mucho más sencillas y económicas.
–Sin embargo, las encuestas le siguen dando solidez al macrismo. ¿Le cuesta a la sociedad ver estas falencias?
–Puede ser. Esto va a formar parte de un proceso. Va a llevar un tiempo que un sector de la sociedad comprenda que lo que hace Macri es prometer una ciudad que va a estar mejor pero que en los hechos no se ve. Por eso hay que debatir. No hay otro secreto en la política que persuadir.
Fuente Revista 23: http://bit.ly/179Q0tv
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