19 de agosto de 2013

Falta Envido Nº 5 - Revista por la descolonización pedagógica de la Universidad

Salió la nueva edición de la revista Falta Envido, por la descolonización pedagógica en la Universidad. En esta oportunidad escriben Alcira Bonilla, Glenn Postolski, Daniel Berisso. Entrevistas a Rubén Dri y Berenice Timpanaro. Podes leerla y compartila haciendo clíck acá: http://bit.ly/13AKsHO . A continuación replicamos la Editorial que da sentido a este nuevo número.

Editorial Falta Envido V

Este número está dedicado a los gestores de la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires de 1973.

¿Sobre que carriles articular una propuesta de universidad nacional y popular? ¿Cuál es el rol de la investigación y del trabajo intelectual en el marco de un proyecto de liberación nacional? ¿Cuál debe ser el rol del Estado en este modelo de Universidad? ¿Hasta dónde es compatible la sacralizada autonomía universitaria con el alejamiento sistematizado de los claustros universitarios respecto de los intereses populares? ¿En que medida es propicia o urgente promulgar una nueva Ley de Educación Superior que explicite el carácter desarancelado y público de nuestras universidades así como su vocación popular, nacional, latinoamericana?

Iniciar una editorial, territorio asertivo si los hay, con un encadenamiento de preguntas puede resultar contradictorio. Acaso lo sea. Pero la revista Falta Envido, que ya inaugura con estas líneas el quinto número ininterrumpido, se propuso abrir una grieta interrogativa en el ecosistema un poco autocondescendiente de las publicaciones universitarias. Prefiere ser una voz disonante pero expresiva, interpelante, antes que un cómodo eco que se diluya en los pasillos sin contundencia. Y lo cierto es que de un lado y otro de las adhesiones partidarias, es poco lo que vienen siendo retomadas estas interrogaciones. Es poco el tiempo que la institución universitaria dedica a pensarse, fuera del solipsismo academiquista (que a modo de pintorequismo de elite intelectual) va poniendo rubores y corrigiendo arrugas y componiendo muecas bobas, a una esterilidad que malamente se puede disimular.

A diez años de aquel 25 de Mayo de 2003 en que como un cuerpo anómalo Néstor Kirchner tomaba la conducción del poder ejecutivo para hacer reingresar por la puerta grande de la historia la voz de los excluidos, tras treinta años de conducción neoliberal de los destinos del pueblo. Aquellas voces excluidas de los compañeros que pensaron una Argentina para todos, con trabajo, con distribución de la renta, con distribución de la palabra y también con una progresiva distribución del conocimiento. Reingresó de pronto, entre la incertidumbre y el hastío popular. Aquella mañana de Mayo reingresó la historia latente y profunda, Latinoamericana y nacional que venía siendo silenciada, expulsada de la centralidad del poder. 

Y sin embargo, hoy, a diez años de esa gesta que continúa; y a cuarenta de aquella otra primavera, la del 73 que entre tantas otras cosas nos trajo la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires con Rodolfo Puiggrós como Rector y en la que se emprendió una inmensa tarea de descolonización pedagógica que tuvo como principal instrumento las cátedras nacionales, la reforma de los planes de estudio y el trabajo social de los estudiantes; hoy, decimos, realmente poca cosa se hace desde la vida política de nuestra universidad para llevar a las aulas las discusiones que el proyecto nacional va planteando, así como también poca cosa se hace para retomar las experiencias de la UBA de Puiggrós. 

Las distintas conducciones de nuestros centros de estudiantes han preferido una y otra vez desmovilizar al estudiantado sofocándolo en interminables jornadas de pirotecnia panfletaria, detrás de la que se diluyen las voluntades necesarias para emprender un verdadero proceso de reformas que vuelvan a situar a nuestra universidad, en función de los intereses estratégicos del desarrollo nacional, de la inclusión de los más postergados, de la reconstrucción de la patria que aún padece las laceraciones de cuatro décadas de infamia neoliberal; del renacimiento cultural que solo precisa que se remuevan los escombros de lo viejo, de la pálida cultura cipaya que titilando se apaga al ritmo de los estertores bursátiles. 

Una universidad que dé cuenta del giro copernicano de nuestra política continental, que haga cuerpo los procesos de liberación, de descolonización pedagógica. Qué ofrezca cuadros a la altura de un proceso de emancipación que debe continuar y que debe dar al pueblo realizaciones materiales, industria, ciencia, empoderamiento de los gestores culturales populares. Una universidad que ame lo propio, que lo arrope, que se deje transformar y que se llene de pueblo, porque solo si es pueblo la elaboración intelectual es creación, y se arranca del papel donde podría dormir la siesta eterna de los pappers húmedos, para ser parte de la gesta de nuestros pueblos haciendo la patria grande, la patria liberada. Así se cumplirá el sueño Bolivariano, el sueño del Che, el sueño de Néstor, seremos una gran y gloriosa nación, hacia eso vamos. Nosotros, universitarios deberemos elegir, de qué lado, en el desarrollo de esta historia queremos que se nos recuerde.

0 compañeros opinaron: