Por Leonardo Grosso - Diputado nacional Frente Para la Victoria - Movimiento Evita
Desde el 25 de mayo del 2003 la Argentina vive un cambio de época. A partir de la llegada de Néstor Kirchner al gobierno, algunos de los ejes centrales del Estado y la sociedad neoliberal empezaron a cambiar. Sin duda, la mayor novedad de estas transformaciones fue la incorporación al sistema económico, laboral, cultural y político de grandes sectores juveniles. Esto se expresa en los cinco millones de puestos de trabajo creados, donde el 80 por ciento son jóvenes que se incorporan al mercado laboral. Se expresa en el notable crecimiento de la militancia joven. Sin duda, la posibilidad de incorporarlos a la política, al proceso productivo, o simplemente tener en cuenta sus necesidades y opiniones desde la conducción del Estado, es un salto cualitativo de este proyecto político, que lo posiciona como el único espacio con una continuidad. Pero también es cierto que aún queda mucho por hacerse en este sentido. Los jóvenes de hoy somos parte de una generación que se suma a la política con el proyecto de Néstor Kirchner, donde el Estado empieza a aparecer como un aliado para la solución de nuestros problemas y no como un enemigo. Pero también somos parte de una generación que tiene en su memoria a miles de pibes que todos los días son víctimas del abuso policial y la violencia institucional. Somos una generación que aprendió que con la política y la organización se consiguen los cambios, y por eso queremos organizarnos para transformar esta realidad que vivimos.
La problemática de la Violencia Institucional tiene una profundidad enorme en nuestro país. Como dijo la Presidenta el miércoles, “la violencia institucional es que la policía se quede inmóvil ante el apriete y la golpiza recibida por un grupo de periodistas”. Violencia institucional también es detener a un pibe sólo por su aspecto, es hostigar a los jóvenes de los barrios. Violencia institucional también es encubrir y tener una actitud corporativa ante hechos delictivos dentro de la propia Fuerza.
Este momento es bisagra, donde además de pensar lo urgente, tenemos que pensar a largo plazo, con mirada a futuro y responsable, pensando qué país les dejamos a las generaciones venideras. No debemos proponer respuestas coyunturales que no solucionan ningún problema de fondo. Apostamos a una idea de derecho penal mínimo, que contenga al poder punitivo. Apostamos una idea de seguridad que en sí misma sea garantía de los derechos humanos de todos y no límites de los mismos sólo para algunos; que permita ampliar la idea de ciudadanía en pos del ejercicio efectivo de derechos individuales y colectivos; que tenga una connotación inclusiva, no excluyente. Hay que hacerles frente a esos discursos mediáticos que reclaman mayor severidad penal y que proponen con apuro y vertiginosidad reformas que legitiman exclusión social y prácticas represivas, como fue la “ley Blumberg”, tachada tantas veces de inconstitucional. Es ese nuestro desafío: ensanchar la noción de ciudadanía es construir la Nación del Bicentenario.
Según investigaciones del Cels, en los últimos 12 años hubo 1893 víctimas de violencia institucional y desde 2008 a 2011 fueron asesinadas 322 personas. Esto quiere decir que la policía mata a una persona cada tres días. Actualmente vemos que la Policía Bonaerense ejerce un autogobierno ante la mirada de los responsables políticos de la provincia de Buenos Aires y eso es un error que debemos reparar –desde la sociedad en su conjunto– para que tengamos una seguridad democrática. Tenemos casos emblemáticos en los últimos años, como la Masacre de José León Suárez, Lautaro Bugatto, Luciano Arruga, Mariano Ferreyra, Lucas Rotella. En todos ellos hubo un accionar desmedido de las fuerzas de seguridad, tanto en la acción como en la complicidad y un posterior encubrimiento.
Es por todo esto que desde el Movimiento Evita salimos a organizar la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional. La idea, por un lado, es generar conciencia de la magnitud de la problemática y mostrar cómo los distintos casos de Violencia Institucional son parte de un sistema que debemos reformar entre todos. Por otro lado, queremos poner en funcionamiento una red territorial, donde en cada distrito haya un Responsable de la Campaña, que pueda registrar los casos de cada barrio y que esté capacitado para dar una respuesta urgente. Al mismo tiempo, estamos convocando a voluntarios que estén dispuestos a capacitarse en esta temática y desarrollen el Programa en cada territorio. Necesitamos una Policía conducida por un civil, controlada políticamente y enfocada centralmente en los derechos humanos. También la sociedad debe replantearse cuánto vale la propiedad privada porque ante la justificación de la opinión pública, la policía arremete contra todos: ¿por un robo de la pertenencia personal que fuese realmente vale la pena poner en riesgo nuestra vida? Son preguntas que tenemos que responder ofreciendo alternativas, exigiendo prevención y conciencia. Los límites los pone la sociedad en su conjunto. Los límites no los pone una bala.
Fuente: http://sur.infonews.com/notas/los-limites-los-pone-la-sociedad-no-una-bala
Fuente: http://sur.infonews.com/notas/los-limites-los-pone-la-sociedad-no-una-bala
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