11 de junio de 2013

San Telmo: Artesanía y negocio inmobiliario

Las amenazas de desalojo a los trabajadores en la vía pública en San Telmo. La cooperativa El Adoquín produce sus bienes y los comercializa en la calle Defensa. Denuncian el hostigamiento macrista y buscan acordar con comerciantes y vecinos una feria ordenada.

Decir San Telmo equivale a hablar de un punto fuerte en circuito turístico de Buenos Aires. Librerías con títulos en lenguas extranjeras, sucursales de casas de ropa de los Palermos renombrados à la NYC, cajeros automáticos que no existían hace diez años, restaurantes étnicos y cocina de autor en convivencia con los bodegones de toda la vida, un Starbucks. Decir San Telmo equivale, en fin, a hablar de dinero. ¡Divisas! Aunque ahora menos dólares y euros que monedas de Chile, Uruguay y Brasil. En todo caso, cualquiera sea el color del billete, con él comienzan los problemas.

Porque a la oferta tradicional de bienes del barrio, las antigüedades, se fueron sumando las artesanías que se venden los domingos de 9 a 19 a lo largo de la calle Defensa. Primero fueron 56 personas que hacían y ofrecían sus productos a los turistas jóvenes cuyo poder adquisitivo y sus intereses no los inclinaban hacia un jarrón de 25.000 dólares; luego el grupo se fue organizando como cooperativa, se nombró El Adoquín y creció hasta los más de 200 trabajadores que concentra hoy. Sin embargo y aunque su proyecto excede la ocupación de una vereda, se hallan siempre al borde de la expulsión, denunció a Miradas al Sur Gabriela Olguín, secretaria de la cooperativa: “Sobre nosotros pesa la posibilidad del desalojo porque somos ilegales”.

¿Por qué sería ilegal un grupo de trabajadores que, según la Resolución Nº 179/12 de la Defensoría General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fue declarado “experiencia social protegida”? ¿Que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) consideró “de interés institucional por sistematizar conocimientos para el agregado de valor en la producción artesanal” y llamó por su nombre completo: Cooperativa de Artesanos, Manualistas y Microemprendedores El Adoquín, Trabajo Digno Hecho a Mano? Por no mencionar el apoyo, a fines de 2011, del entonces arzobispo porteño, hoy Papa Francisco: “Se deben explorar otras alternativas en el marco del diálogo y la convivencia”, escribió en un documento, “que puedan conciliar los distintos intereses, distinguiendo entre quienes lucran con la ilegalidad y los que buscan ganarse la vida digna y honestamente con su trabajo”.

Simple: “La Legislatura votó una ley que declara ilegal la venta en San Telmo”, explicó a este medio el presidente de la cooperativa, Alberto Cortés, “aunque esta ley no está reglamentada”. El tema de fondo, agregó, tiene menos que ver con la venta de artesanías que con la de bienes más sólidos: “Desde que Mauricio Macri es gobierno comenzó una persecución sistemática para que desalojemos la calle y así dar paso al negocio inmobiliario que tienen como plan para toda la zona sur”.

Terminaba el año 2011 cuando la Legislatura derogó el artículo 83 del Código Contravencional, que con pobre delicadeza en la denominación autorizaba “la venta en vía pública o transportes públicos de baratijas o artículos similares, artesanías y, en general, de la venta de mera subsistencia”. Los legisladores porteños “establecieron nuevos emplazamientos, pero nos dejaron afuera”, explicó Olguín. “Hubo mucha presión grupos inmobiliarios y de la (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) CAME. La ley no ha sido reglamentada, pero los aspectos jurídicos tienen poco valor cuando hay una decisión política: para reglamentarla debían mediar noventa días, y mucho antes de ese plazo, en enero de 2012, sacaron a los compañeros de la calle Florida”.

Por el momento, El Adoquín no ha recibido notificación alguna, pero temen que un juez esté a punto de dictar la orden de desalojo. “Estamos acostumbrados al hostigamiento macrista con operativos intimidantes –siguió Olguín– y a las acciones, ya desde la Fiscalía, ya por denuncias de ruidos molestos u ocupación del espacio público. Cada vez que llega la fuerza pública, o un inspector o un funcionario, llamamos a la Defensoría de la Ciudad, que en su resolución de ‘experiencia social protegida’ se comprometió a remover todos los obstáculos que nos impidieran ejercer el derecho constitucional de trabajar”.

Olguín destaca también la invalorable presión de la prensa que descalifica el trabajo de los artesanos, los confunde con vendedores de productos de factorías de explotación y habla de San Telmo como del Faubourg Saint-Germain. Una movilera de Jorge Lanata y redactora de Democracia, publicación de Crónica, denunció “la invasión de casi cuatro mil vendedores ambulantes”, que hicieron del lugar “un pequeño infierno en el que es imposible caminar”. En un país rico como la Argentina, a Mercedes Ninci la angustió saber que “los hoteles cinco estrellas recomiendan a los turistas no ir por la dudosa calidad de la mercadería que se expone en las siete ferias”, aunque no señala la fuente de siquiera un conserje.

Según informe de la Mesa de Economía del Movimiento Evita, la problemática de los artesanos en San Telmo, el incremento del turismo aumentó los precios de las propiedades en la zona y, tras el cambio de su composición con la alteración económica, la variedad de ofertas de bienes de menor costo se demostró sin impacto o competencia con la de antigüedades. “Con los pequeños comerciantes del barrio tenemos buenas relaciones porque cuando estamos los artesanos ellos trabajan tres veces más: los cybers, los supermercados, los quioscos y los polirrubros”, dijo la secretaria de la cooperativa. “Los cajeros automáticos se quedan sin dinero a media mañana”. Con los vecinos, en cambio, a veces hay armonía y a veces no. “Como sabíamos que teníamos un punto flojo, la ocupación del espacio público, intentamos actividades para ellos, como funciones de títeres el Día del Niño o entrega de escarapelas los 25 de Mayo. Pero a medida que crecíamos fue más difícil. Al principio estábamos todos en una cuadra, hoy estamos en tres y media.”

Cuando se fundó la cooperativa, en 2010, se planteó un objetivo que trasciende la ocupación del espacio público. “Somos parte de la (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) CTEP y tenemos proyectos productivos, como hacer fundas para las computadoras del plan Conectar Igualdad con retazos reciclados por otra cooperativa, y ofrecer capacitación”, explicó Olguín. “No quereos perjudicar a nadie ni permanecer a cualquier costo. La CAME no son nuestros enemigos. Estamos dispuestos a sentarnos a dialogar y acordar un proyecto de feria ordenada, linda, visible, culturalmente en consonancia con la imagen de San Telmo. Queremos acordar con el barrio; lo que no aceptamos es irnos porque significa exclusión y falta de trabajo.”
 
Fuente - Miradas al Sur: http://bit.ly/ZHS47f

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