28 de agosto de 2015

Reabrirá sus puertas el bar recuperado La Robla

El próximo lunes 31 de agosto a partir de las 18hs reabrirá sus puertas el bar restaurante La Robla, en un nuevo local ubicado en la calle Chacabuco 82. A poco más de dos meses del desalojo que los obligó a trasladarse de su ubicación histórica, los 21 trabajadores de la cooperativa volverán a la actividad gastronómica en el corazón del microcentro porteño, con el mismo servicio de calidad que ha distinguido su cocina a lo largo de estos años.


La reapertura representa la vuelta al trabajo para los integrantes de la cooperativa, pero es por sobre todas las cosas, una victoria en términos de organización de los trabajadores que se sobrepusieron a la quiebra presentada por la empresa en 2013. Su dueño por entonces era Alex Gordon, quien obtuvo popularidad mediática por fundar (y luego fundir) la cadena de comidas rápidas Nac&Pop. Al igual que sucedió con las hamburgueserías, Gordon decidió entonces traspasar el negocio a terceros, sin pagar ni un centavo de indemnizaciones ni saldar las deudas pendientes con los empleados que dejaría en la calle.



“El gerente nos citó y nos dijo que quebraba, que los años de servicio se iban a perder, y que hiciéramos lo que quisiéramos con el local, -cuenta Claudio Oviedo, presidente de la cooperativa La Robla-. Cuando creamos la cooperativa empezamos a ver los problemas que tenía la casa, porque hasta ese momento, siendo empleados, no nos ocupábamos de algunas cosas, y empezamos a ver que tenía juicios, un montón de deudas, la orden de desalojo. Intentamos destrabar la situación, presentamos propuestas, tratamos de hablar con la dueña para conservar el lugar, pero no se pudo hacer nada porque la dueña no quería ningún tipo de solución, ya estaba avanzado el juicio”, explica. 



A pesar de todos los intentos, el último 10 de junio llegó el desalojo: “Fue una experiencia muy fea; nos sacaron como delincuentes, nos dejaron en la calle, no nos dejaban sacar nuestras cosas”, narra Oviedo. 



Roxana López, tesorera de la cooperativa, confiesa que “las primeras semanas fueron bastante duras, porque te ibas dando cuenta que estabas sin trabajo, que no había espacio físico donde trabajar”.

La búsqueda de un nuevo local fue difícil, por los requisitos que tiene la actividad gastronómica. Sin embargo, un mes después del desalojo, firmaron contrato en el nuevo local. “Uno ya quiere empezar a producir a trabajar. Estamos con los nervios de todos los días, de pensar que un compañero necesita dinero para el alquiler, o de ver si te alcanza para pagar los arreglos, comprar los insumos. Es una mochila bastante pesada, -asegura la tesorera-. Después de tanta frustración y de lo que la luchamos, merecemos tener una nueva oportunidad. La expectativa es trabajar mejor. El barrio es diferente, acá hay mucha gente de oficina, es muy transitable. Está en nosotros tratar de atraer al cliente con una buena promoción y con un menú accesible para competir con el resto de los lugares; ahora depende los 21 trabajadores de la cooperativa que este lugar salga adelante. Estamos muy ansiosos”.



La situación que atravesaron los trabajadores de La Robla no supone una excepción en la Ciudad de Buenos Aires. “Hay un gremio ausente que no solo es ausente sino que a veces incluso juega en contra de los trabajadores, -asegura Ornella Nociti, asesora legal y referente de la rama Empresas Recuperadas de la CTEP-. Eso facilita que la patronal pueda vaciar una empresa, y más en el caso de los restaurantes, que no tiene maquinaria pesada de la que deshacerse”


Nociti afirma que “del 2013 a esta parte hubo más de 10 restaurantes recuperados solo en Capital Federal. Hay que visibilizar el conflicto; ninguno de los diez cerró. Son empresas exitosas. Los trabajadores se están dando cuenta que es posible llevar una empresa; son los que están todos los días acá. Por eso desde la CTEP insistimos en la organización y la unidad de los trabajadores para visibilizar un problema anterior, que es un gremio ausente. Hoy hay trabajadores que están en relación de dependencia que son explotados, donde no se respeta el Convenio Colectivo y después tenemos un Secretario General que hace paro por el impuesto a las ganancias, algo que no alcanzan los trabajadores del sector ni con 20 o 30 años de antigüedad”.

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