Con gran entusiasmo y alegria militante se realizó el encuentro Nacional de la Militancia del Movimiento Evita durante el sábado 9 de diciembre, luego del acto de apertura el día viernes. Compañeros de todo el país confluimos en la Universidad Nacional de Lanus donde en distintas comisiones discutimos acerca de tres ejes fundamentales:
Situación política nacional,
La reconstrucción del Movimiento Nacional y
La articulación de la política nacional con las políticas locales y regionales.
En el cierre Emilio Persico y Carlos Kunkel expusieron sobre estos temas.
Compañeros. En primer lugar agradezco su presencia, en especial a los del interior que viajaron muchos kilómetros para venir a esta discusión. Veo una bandera de Ushuaia. ¿Lejos, no?
Segundo, agradecer a los compañeros organizadores con remeras azules, que están desde ayer a las 7 de la mañana para que todo esté bien. Agradecerle a Santiago, que dice que nunca le agradezco.
Me acuerdo que antes de las elecciones (de 2003) éramos una organización social que enfrentábamos al gobierno y al modelo neoliberal. Y cuando discutíamos el gobierno que venía, lo hacíamos con dos personas. Uno, con el viejito Cepernic (gobernador santacruceño electo en 1973), que hablaba de la buena gobernación de Kirchner y otro más cercano, que conocíamos más, con quien fuimos charlando las etapas: el Flaco Kunkel. Desayunando en su casa, nos decía: “Emilio, vamos a cambiar el país con el nuevo Presidente”.
Éramos una pequeña organización social y miren, ahora hay compañeros de Piranné, en el medio del impenetrable formoseño. Lo fuimos logrando con mucho esfuerzo, casi sin nada. Me llena de orgullo ver tantos compañeros de todo el país con los que logramos reunirnos en tan poco tiempo.
Pero la fuerza que construimos no alcanza para cambiar al país. Por eso nos juntamos acá. Venimos a refundirnos en una cosa nueva. Todos los años buscamos disolver lo construido y ampliarlo mucho más. Necesitamos una fuerza mucho mayor. Una nueva fuerza que en marzo pueda refundarse amplia, generosa, fuerte, capaz de dar las batallas políticas necesarias. Necesitamos mucho más poder. Y para eso estamos acá. Para discutir sobre esa fuerza.
Tenemos una nueva oportunidad histórica. Como dijo el gobernador: ya no es solamente una islita la que se anima. Es un continente el que se pone de pie. No creemos en un internacionalismo vaciado de contenido. Creemos en el gasoducto que será la espina dorsal de América Latina. Creemos en el Banco Central de América Latina, para que nuestros ahorros no vayan a la Reserva Federal. Sin eso no podremos construir la Patria que soñamos.
Para estabilizar este país necesitamos una gran fuerza. Esto nos llevará a incorporar contradicciones. Hoy me decían los compañeros de cada distrito: “acá es diferente, ¿cómo vamos a construir con estos tipos?”. Tenemos que construir la fuerza del cambio, como el Flaco nos enseñó cuando éramos pibitos. Tenemos que liberar el país. Para eso necesitamos la fuerza que dé vuelta este país, pero también la que lo estabilice. Es contradictorio, pero así es. Al igual que el salario y la inflación, que contienen el problema de la demanda y el de la producción. De resolver correctamente esta contradicción depende el futuro del proceso. En otras oportunidades históricas no supimos hacerlo. Ahora lo vamos a hacer con la fuerza del cambio pero también con la de la estabilidad. Eso no nos transforma en una bolsa de gatos.
A cada modelo económico le corresponde uno político. Al neoliberalismo le correspondió el neoconservador en lo político. Esto se expresó en los distritos alambrados, en los referentes-punteros. Así destruyeron el trabajo y las familias y luego nos bombardearon con comidas y planes. Hicieron de cada compañero un puntero y del vecino un cliente. Esto tenemos que cambiarlo porque también está en nosotros. Como por ejemplo en poner los nombres antes que el proyecto político. Tenemos que cambiar.
Las dos movidas de Kirchner, ponerla a Cristina como candidata a presidente y a Scioli como gobernador demuestra que lo importante no son los nombres sino el proyecto nacional y las fuerzas capaz de cambiarlo.
Tenemos que devolverle a los compañeros del barrio la política como herramienta de transformación. La política es la herramienta de los Pueblos para liberarse y distribuir la riqueza. No estamos cambiando por caras bonitas. Buscamos un cambio de fondo, que abra el Estado a las contradicciones del Pueblo, que las ingresen al Estado. Que vean al conflicto social no como un enemigo sino como militancia social. Meter el conflicto al Estado no es cambiar de nombres. Esto nos demuestra Kirchner.
Dicen “el Presidente no habla con la prensa, es malo, es tosco”. Es así. Porque habla con los hechos. Somos a partir de lo que hacemos, no de lo que decimos. Dice que va para allá porque va para allá. Por supuesto, nosotros estamos detrás del proyecto que encarna el Presidente. Por eso no tenemos que entrar en la pelea por los nombres.
Nosotros necesitamos dos cosas para armar el proyecto nacional:
Primero, estamos conformes de nuestro crecimiento. Hasta hace poco nos trepábamos a los colectivos para visitar Formosa. Hoy ya construimos en muchas provincias. Pero no alcanza. Hay más compañeros que unir. El arma central de las ofensivas populares es la unidad, como para el enemigo es la división. Necesitamos a todos: al rengo, al manco, a todos.
Segundo. Construir los frentes de masas. Sino, no hay manera de romper esta política de alambrado. Yo tuve que aprenderme las secciones electorales. Una entelequia que sirve para tener diputados alambrados. Lo que rompe eso es el frente de masas. Tenemos que construir la juventud, fortalecer el paso de los jóvenes.
Segundo, agradecer a los compañeros organizadores con remeras azules, que están desde ayer a las 7 de la mañana para que todo esté bien. Agradecerle a Santiago, que dice que nunca le agradezco.
Me acuerdo que antes de las elecciones (de 2003) éramos una organización social que enfrentábamos al gobierno y al modelo neoliberal. Y cuando discutíamos el gobierno que venía, lo hacíamos con dos personas. Uno, con el viejito Cepernic (gobernador santacruceño electo en 1973), que hablaba de la buena gobernación de Kirchner y otro más cercano, que conocíamos más, con quien fuimos charlando las etapas: el Flaco Kunkel. Desayunando en su casa, nos decía: “Emilio, vamos a cambiar el país con el nuevo Presidente”.
Éramos una pequeña organización social y miren, ahora hay compañeros de Piranné, en el medio del impenetrable formoseño. Lo fuimos logrando con mucho esfuerzo, casi sin nada. Me llena de orgullo ver tantos compañeros de todo el país con los que logramos reunirnos en tan poco tiempo.
Pero la fuerza que construimos no alcanza para cambiar al país. Por eso nos juntamos acá. Venimos a refundirnos en una cosa nueva. Todos los años buscamos disolver lo construido y ampliarlo mucho más. Necesitamos una fuerza mucho mayor. Una nueva fuerza que en marzo pueda refundarse amplia, generosa, fuerte, capaz de dar las batallas políticas necesarias. Necesitamos mucho más poder. Y para eso estamos acá. Para discutir sobre esa fuerza.
Tenemos una nueva oportunidad histórica. Como dijo el gobernador: ya no es solamente una islita la que se anima. Es un continente el que se pone de pie. No creemos en un internacionalismo vaciado de contenido. Creemos en el gasoducto que será la espina dorsal de América Latina. Creemos en el Banco Central de América Latina, para que nuestros ahorros no vayan a la Reserva Federal. Sin eso no podremos construir la Patria que soñamos.
Para estabilizar este país necesitamos una gran fuerza. Esto nos llevará a incorporar contradicciones. Hoy me decían los compañeros de cada distrito: “acá es diferente, ¿cómo vamos a construir con estos tipos?”. Tenemos que construir la fuerza del cambio, como el Flaco nos enseñó cuando éramos pibitos. Tenemos que liberar el país. Para eso necesitamos la fuerza que dé vuelta este país, pero también la que lo estabilice. Es contradictorio, pero así es. Al igual que el salario y la inflación, que contienen el problema de la demanda y el de la producción. De resolver correctamente esta contradicción depende el futuro del proceso. En otras oportunidades históricas no supimos hacerlo. Ahora lo vamos a hacer con la fuerza del cambio pero también con la de la estabilidad. Eso no nos transforma en una bolsa de gatos.
A cada modelo económico le corresponde uno político. Al neoliberalismo le correspondió el neoconservador en lo político. Esto se expresó en los distritos alambrados, en los referentes-punteros. Así destruyeron el trabajo y las familias y luego nos bombardearon con comidas y planes. Hicieron de cada compañero un puntero y del vecino un cliente. Esto tenemos que cambiarlo porque también está en nosotros. Como por ejemplo en poner los nombres antes que el proyecto político. Tenemos que cambiar.
Las dos movidas de Kirchner, ponerla a Cristina como candidata a presidente y a Scioli como gobernador demuestra que lo importante no son los nombres sino el proyecto nacional y las fuerzas capaz de cambiarlo.
Tenemos que devolverle a los compañeros del barrio la política como herramienta de transformación. La política es la herramienta de los Pueblos para liberarse y distribuir la riqueza. No estamos cambiando por caras bonitas. Buscamos un cambio de fondo, que abra el Estado a las contradicciones del Pueblo, que las ingresen al Estado. Que vean al conflicto social no como un enemigo sino como militancia social. Meter el conflicto al Estado no es cambiar de nombres. Esto nos demuestra Kirchner.
Dicen “el Presidente no habla con la prensa, es malo, es tosco”. Es así. Porque habla con los hechos. Somos a partir de lo que hacemos, no de lo que decimos. Dice que va para allá porque va para allá. Por supuesto, nosotros estamos detrás del proyecto que encarna el Presidente. Por eso no tenemos que entrar en la pelea por los nombres.
Nosotros necesitamos dos cosas para armar el proyecto nacional:
Primero, estamos conformes de nuestro crecimiento. Hasta hace poco nos trepábamos a los colectivos para visitar Formosa. Hoy ya construimos en muchas provincias. Pero no alcanza. Hay más compañeros que unir. El arma central de las ofensivas populares es la unidad, como para el enemigo es la división. Necesitamos a todos: al rengo, al manco, a todos.
Segundo. Construir los frentes de masas. Sino, no hay manera de romper esta política de alambrado. Yo tuve que aprenderme las secciones electorales. Una entelequia que sirve para tener diputados alambrados. Lo que rompe eso es el frente de masas. Tenemos que construir la juventud, fortalecer el paso de los jóvenes.
Planteé muchas cosas, pero también pasamos por muchas cosas. El Flaco fue el inventor de todo esto. De la bandera de JP, que hoy nos acompaña. Los jóvenes son el sector central: hay que volver a afirmarlo. Tenemos que recuperar la rebeldía de la juventud. Que sea la esperanza del cambio. Que tenga el alma de Evita, de Perón, del Che, de San Martín como aquella bandera de Tandil. Nacional pero rebelde, que transgreda para avanzar.
Necesitamos de las mujeres. De las gordas que pusieron el pecho a la crisis en nuestros barrios. Las que enfrentaron la tragedia, como las Madres de Plaza de Mayo. Las que enfrentaron al gatillo fácil, a la delincuencia, al paco. Es la que más pelea en los barrios, la que sufre la doble explotación por ser mujer y ser pobre. Esa tiene que estar acá.
Tenemos que construir mucho más en los barrios. La fuerza territorial que sea el lugar de resistencia última. Que no nos escuche el enemigo (risas). Los barrios tienen que defender este proceso y ser revolucionarios. Porque nacimos y vinimos para cambiar las cosas.
Tenemos que ver como construir en lo sindical. El Flaco insiste y tiene razón. Necesitamos poder sindical, discutir qué significa un sindicalismo combativo. Que sea amplio y generoso en esa construcción. Sino, ¿cómo vamos a distribuir el ingreso? ¿Sin pelear con la patronal, sin delegados? Pongamos esfuerzo en eso también.
Necesitamos para construir el país mucho más poder popular. Como decía la diputada Vaca Narvaja: poder popular y representación política. Y como decía el gobernador: pelear por lo que queremos.
Tenemos adelante una gran oportunidad. Estamos en condiciones de ir cambiando la Argentina. Pero seguimos en el infierno y nos debemos dos tareas:
Uno, la del Estado: cambias las condiciones sociales y la distribución.
Dos, construir el Movimiento Nacional.
Avancemos en las dos. Tenemos muchos problemas con la construcción de esa fuerza y tampoco salimos del infierno, pero vamos en esa dirección. Estamos en el camino de la historia. Estamos otra vez en condiciones de reconstruir la Patria que soñaron los compañeros que hoy no están acá. Ustedes son los protagonistas, nada más.
Necesitamos de las mujeres. De las gordas que pusieron el pecho a la crisis en nuestros barrios. Las que enfrentaron la tragedia, como las Madres de Plaza de Mayo. Las que enfrentaron al gatillo fácil, a la delincuencia, al paco. Es la que más pelea en los barrios, la que sufre la doble explotación por ser mujer y ser pobre. Esa tiene que estar acá.
Tenemos que construir mucho más en los barrios. La fuerza territorial que sea el lugar de resistencia última. Que no nos escuche el enemigo (risas). Los barrios tienen que defender este proceso y ser revolucionarios. Porque nacimos y vinimos para cambiar las cosas.
Tenemos que ver como construir en lo sindical. El Flaco insiste y tiene razón. Necesitamos poder sindical, discutir qué significa un sindicalismo combativo. Que sea amplio y generoso en esa construcción. Sino, ¿cómo vamos a distribuir el ingreso? ¿Sin pelear con la patronal, sin delegados? Pongamos esfuerzo en eso también.
Necesitamos para construir el país mucho más poder popular. Como decía la diputada Vaca Narvaja: poder popular y representación política. Y como decía el gobernador: pelear por lo que queremos.
Tenemos adelante una gran oportunidad. Estamos en condiciones de ir cambiando la Argentina. Pero seguimos en el infierno y nos debemos dos tareas:
Uno, la del Estado: cambias las condiciones sociales y la distribución.
Dos, construir el Movimiento Nacional.
Avancemos en las dos. Tenemos muchos problemas con la construcción de esa fuerza y tampoco salimos del infierno, pero vamos en esa dirección. Estamos en el camino de la historia. Estamos otra vez en condiciones de reconstruir la Patria que soñaron los compañeros que hoy no están acá. Ustedes son los protagonistas, nada más.
Discurso de Carlos Kunkel:
Compañeros. Mi mayor reconocimiento a cada uno de ustedes por estar aquí, trabajando y discutiendo –como decía Emilio- para renovar nuestra práctica militante, a partir de ir alcanzando objetivos parciales. Cada logro no nos tiene que dejar satisfechos sino que tiene que renovar nuestra fuerza donde la felicidad del Pueblo sea la realidad cotidiana.
Para aquellos que se preguntan cuál es nuestro programa, yo les voy a explicar cuál es nuestro programa. Haré una síntesis histórica. Las raíces de nuestro programa se encuentran en el rechazo a las invasiones inglesas. Nos basamos en las tradiciones indoamericanas y de los inmigrantes mediterráneos. Y los enemigos de la Patria son los que hablaban el mismo idioma hace 200 años.
Les responderemos con la reafirmación de nuestras costumbres y nuestra vocación transformadora. Como ejemplo, llevamos 200 años de resistencia. Y estamos reconstruyendo la Patria que el liberalismo deliberada y planificadamente destruyó desde Martínez de Hoz, pasando por la incapacidad del alfonsinismo y la traición de los 90.
A pesar de todo, el peronismo tiene toda su fuerza renovada para ponerse la Patria al hombro y sacarla adelante como nos los pide el Pueblo argentino.
Somos concientes que necesitamos todo el aporte de argentinos y de los hermanos latinoamericanos que residen en esta Patria. Así, estamos sumando las distintas tradiciones políticas: no somos sectarios.
Algunos compañeros de ruta de tramos cortos nos exigen que cambiemos el rumbo: ni el poder, ni las presiones nos cambiarán.
Tendremos relaciones respetuosas con los otros países. Trabajaremos juntos para construir un destino de grandeza en común. Se consolidan en todos los gobiernos de la Patria Grande procesos similares al nuestro: el peronismo se puso al hombro la reconstrucción nacional y fue ejemplo para América Latina.
Nos dicen que necesitamos inversiones. ¡Chocolate por la noticia! Lo que no necesitamos son los delincuentes que vienen con algunas de esas inversiones. Desde que asumimos, crecimos 42%. Hace falta más. Pero todo lo hacemos en su medida y armoniosamente, como decía un viejo general.
También decía que las revoluciones se hacen con sangre o con tiempo. Nadie discute que pusimos lo que había que poner y sembramos los caminos de la Patria con nuestros compañeros. Y nadie trabajaba para ser candidato. Pero la sangre para la revolución ya la pusimos. El tiempo, también. Está claro que pagamos con el cuero. Si tuvimos una nueva oportunidad del Pueblo no es porque sacamos el pecho. Acá arriba podría estar cualquiera de los 30 mil compañeros desaparecidos.
Si creamos más de tres millones de puestos laborales, si los vamos blanqueando, si cada mes marcamos récords en los pilares de la economía y la recuperación social, también tenemos que buscar un equilibrio entre la producción y la demanda, así esquivamos una escalada inflacionaria donde los vivos se aprovechan.
Necesitamos profundizar la distribución de la renta para que esta Argentina sea vivible. Y una sólida recaudación. El Estado necesita plata para proveerle a los pobres los servicios necesarios para una vida digna.
En el último periodo de auge el campo popular coincidió con las clases medias. Los cantos de sirena del liberalismo buscaron y buscan hoy la fractura. Ese falso enfrentamiento nos lleva a la ruina, al gobierno de la dictadura y la oligarquía.
Seamos firmes, flexibles y pacientes. No tengan dudas que para cerrar o patear una puerta a Kirchner no le temblará el pulso. Tenemos que tratar que cada vez haya menos hermanos viviendo de la asistencia. Que puedan escapar de los resabios del clientelismo que aún quedan. Esto lleva tiempo: la reconstrucción de la producción, de la salud, de la educación. Lleva firmeza, flexibilidad y paciencia.
Otra cuestión. En vísperas de un año electoral tenemos que reconstruir la fuerza social. En cada uno de los lugares, hay prácticas liberales donde tratan de cerrarnos la puerta. Seamos concientes que no podemos fracturar el frente que sostiene este proyecto. Además, tenemos que buscar a los que estén más identificados con el proyecto.
Para todo esto, no hay recetas únicas. En octubre de 2007 habrá una confrontación electoral que nos dará la consolidación de este proceso, de este modelo que yo llamo “Estado de Bienestar del siglo XXI”. Esa es la tarea estratégica del año que viene.
Nos reencontraremos en dos meses y medio para poner en común la síntesis de este encuentro. El 27 de octubre consagraremos Presidente a la compañera Cristina. También Scioli será electo gobernador. No se olviden nunca: lealtad con la Patria y con nuestro Pueblo.
Para aquellos que se preguntan cuál es nuestro programa, yo les voy a explicar cuál es nuestro programa. Haré una síntesis histórica. Las raíces de nuestro programa se encuentran en el rechazo a las invasiones inglesas. Nos basamos en las tradiciones indoamericanas y de los inmigrantes mediterráneos. Y los enemigos de la Patria son los que hablaban el mismo idioma hace 200 años.
Les responderemos con la reafirmación de nuestras costumbres y nuestra vocación transformadora. Como ejemplo, llevamos 200 años de resistencia. Y estamos reconstruyendo la Patria que el liberalismo deliberada y planificadamente destruyó desde Martínez de Hoz, pasando por la incapacidad del alfonsinismo y la traición de los 90.
A pesar de todo, el peronismo tiene toda su fuerza renovada para ponerse la Patria al hombro y sacarla adelante como nos los pide el Pueblo argentino.
Somos concientes que necesitamos todo el aporte de argentinos y de los hermanos latinoamericanos que residen en esta Patria. Así, estamos sumando las distintas tradiciones políticas: no somos sectarios.
Algunos compañeros de ruta de tramos cortos nos exigen que cambiemos el rumbo: ni el poder, ni las presiones nos cambiarán.
Tendremos relaciones respetuosas con los otros países. Trabajaremos juntos para construir un destino de grandeza en común. Se consolidan en todos los gobiernos de la Patria Grande procesos similares al nuestro: el peronismo se puso al hombro la reconstrucción nacional y fue ejemplo para América Latina.
Nos dicen que necesitamos inversiones. ¡Chocolate por la noticia! Lo que no necesitamos son los delincuentes que vienen con algunas de esas inversiones. Desde que asumimos, crecimos 42%. Hace falta más. Pero todo lo hacemos en su medida y armoniosamente, como decía un viejo general.
También decía que las revoluciones se hacen con sangre o con tiempo. Nadie discute que pusimos lo que había que poner y sembramos los caminos de la Patria con nuestros compañeros. Y nadie trabajaba para ser candidato. Pero la sangre para la revolución ya la pusimos. El tiempo, también. Está claro que pagamos con el cuero. Si tuvimos una nueva oportunidad del Pueblo no es porque sacamos el pecho. Acá arriba podría estar cualquiera de los 30 mil compañeros desaparecidos.
Si creamos más de tres millones de puestos laborales, si los vamos blanqueando, si cada mes marcamos récords en los pilares de la economía y la recuperación social, también tenemos que buscar un equilibrio entre la producción y la demanda, así esquivamos una escalada inflacionaria donde los vivos se aprovechan.
Necesitamos profundizar la distribución de la renta para que esta Argentina sea vivible. Y una sólida recaudación. El Estado necesita plata para proveerle a los pobres los servicios necesarios para una vida digna.
En el último periodo de auge el campo popular coincidió con las clases medias. Los cantos de sirena del liberalismo buscaron y buscan hoy la fractura. Ese falso enfrentamiento nos lleva a la ruina, al gobierno de la dictadura y la oligarquía.
Seamos firmes, flexibles y pacientes. No tengan dudas que para cerrar o patear una puerta a Kirchner no le temblará el pulso. Tenemos que tratar que cada vez haya menos hermanos viviendo de la asistencia. Que puedan escapar de los resabios del clientelismo que aún quedan. Esto lleva tiempo: la reconstrucción de la producción, de la salud, de la educación. Lleva firmeza, flexibilidad y paciencia.
Otra cuestión. En vísperas de un año electoral tenemos que reconstruir la fuerza social. En cada uno de los lugares, hay prácticas liberales donde tratan de cerrarnos la puerta. Seamos concientes que no podemos fracturar el frente que sostiene este proyecto. Además, tenemos que buscar a los que estén más identificados con el proyecto.
Para todo esto, no hay recetas únicas. En octubre de 2007 habrá una confrontación electoral que nos dará la consolidación de este proceso, de este modelo que yo llamo “Estado de Bienestar del siglo XXI”. Esa es la tarea estratégica del año que viene.
Nos reencontraremos en dos meses y medio para poner en común la síntesis de este encuentro. El 27 de octubre consagraremos Presidente a la compañera Cristina. También Scioli será electo gobernador. No se olviden nunca: lealtad con la Patria y con nuestro Pueblo.
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